En cada concierto de Maldita Vecindad ocurre lo mismo: la memoria colectiva se enciende, los acordes se convierten en fuego compartido y las voces en coro eterno. Pero esta vez, la fiesta no arrancará sola, porque antes de que la legendaria banda suba al escenario habrá dos nombres que prenderán la chispa desde el arranque: Un Perro Andaluz y Sangre María.

La noticia confirma que la noche no solo será un repaso de himnos que llevan décadas marcando generaciones, sino también un escaparate para propuestas que, cada una a su manera, dialogan con esa tradición de resistencia, barrio y energía.
Un Perro Andaluz ha sabido ganarse un lugar con un sonido que deambula entre la crudeza y la poesía. Su música es un viaje de guitarras densas y atmósferas que no piden permiso, solo irrumpen. Con cada presentación dejan claro que la intensidad no es una pose, sino un pulso natural de su manera de entender el rock.

Por su parte, Sangre María carga un nombre que ya anuncia furia y mística. Su propuesta transita entre la fuerza rítmica y un aire ritual que hace imposible permanecer indiferente. En vivo, la banda convierte cada tema en una ceremonia que vibra con lo ancestral y lo urbano.

Ambas agrupaciones no llegan aquí por azar: forman parte de esa misma tradición que Maldita Vecindad ayudó a consolidar, donde la música es también un punto de encuentro y resistencia cultural. Ser teloneros en una noche de este calibre es tanto una oportunidad como un acto de complicidad con el público.
Así, cuando la Maldita aparezca con su explosión de ska, barrio y memoria, el terreno ya estará encendido. Porque la fiesta empieza mucho antes de que suenen “Pachuco” o “Kumbala”. Empieza desde el primer acorde de Un Perro Andaluz, desde el primer grito de Sangre María. La velada promete ser un ritual completo, donde los abridores no son solo “antesalas”, sino parte esencial del eco que quedará en la memoria.