Por: Aj Navarro
Existe una peculiar “maldición” que las adaptaciones a videojuegos en el séptimo arte parecen no logran sacudirse. En el afán de complacer a su grupo de ávidos fanáticos, buscan recrear todo como una calca sin alma de lo que vemos en el mismo, o simplemente reinventan por completo la historia y dejan escasos guiños que buscan satisfacer a aquellos que han invertido horas en terminar la respectiva aventura que les toca ejecutar.
Aunque algunos de ellos han logrado conquistar la taquilla como la saga de Resident Evil con Milla Jovovich al mando que no tiene nada que ver con la fuente más que el nombre de la Corporación Umbrella, o la recién nacida franquicia de Super Mario Bros. con una gran animación, pero con una historia tan sencilla como jugar el compilado de la franquicia en una consola de Super Nintendo, la cantidad de adaptaciones malas es digna de un cementerio vasto donde Assassin’s Creed y Doom comparten lecho.

A pesar de ello, Blumhouse encontró una mina de oro con la adaptación de Five Nights at Freddy’s, dirigida por Emma Tammi y coescrita ni más menos que por el mismo creador del videojuego con un lore tan extenso como confuso, Scott Cawthon. Con una primera entrega que arrasó en taquilla, pero fue despedazada por la crítica, decidieron seguir apostando por un relato en el que no sucedía absolutamente nada, faltando en crear una buena atmósfera, buenos personajes o incluso la mínima pizca de terror.
Es así que llegamos a Five Nights at Freddy’s 2, donde la expansión del universo del videojuego continua y, para sorpresa de nadie, sigue cometiendo los mismos pecados de la antecesora con la justificación banal de ser una cinta hecha solamente para los fans. Y aunque en ese sentido, cumple, no deja de sentirse como un ejercicio descarado de crear meramente un producto de consumo que pierde de vista el lenguaje cinematográfico en aras de darle a los seguidores un copia y pega desarticulado de su historia favorita.
Después de sobrevivir al ataque del demente William Afton (Matthew Lillard) y sus animatrónicos escabrosos, Mike (Josh Hutcherson) y su hermana Abby (Piper Rubio) tratan de seguir con su vida normal. Sin embargo, el secreto detrás de la pizzería Freddy Fazbear’s muestra una nueva cara al revelar que existe otra sede con otra tenebrosa creación llamada El Títere que despertará para continuar aterrorizando a todos y así poder ejecutar su esperada venganza, misma que lo liga a Vanessa (Elizabeth Lail) y el legado peligroso de los Afton.

Lo más destacado de este producto es la labor de la empresa de Jim Henson para crear los animatrónicos necesarios en el filme. Esa cualidad viene desde su antecesora y aquí ofrece un par de nuevos personajes que corresponden de buena forma a la estética del videojuego del que provienen. Sin embargo, más allá de ese apego, de los easter eggs y de un diseño de producción que busca emular lo visto en las consolas, Five Nights at Freddy’s 2 adolece todavía de una historia entretenida o medianamente interesante para sostener todo el lore que la sostiene y la ha hecho el hito que es para sus amados seguidores.
Quitando la apariencia del producto descarado, Tammi sigue siendo incapaz de entablar un ambiente de miedo o tensión, valiéndose por completo de los jump scares más derivativos y obvios del género. Aunque el filme está enfocado en un público más infantil y pre adolescente, no existe un solo elemento que rescate esa sensación de amenaza, detalle que es una constante en esta franquicia. Si bien la apariencia de los “monstruos” puede ser fea, realmente no se sienten amenazantes.
Tan importante resulta el vender que el mismo relato no aprovecha a sus propios protagonistas, mucho menos a sus nuevas adquisiciones. NI Hutcherson, ni Rubio ni Lail logran darle un ápice de sentimiento o profundidad a sus personajes que parecen estar ahí sin tener un arco relevante. Ni qué decir de la inclusión de nuevos actores como McKenna Grace, que tiene cinco minutos y después desaparece en el olvido, o de Skeet Ullrich, que comparte nuevamente proyecto con su colega de Scream, Matthew Lillard, para decir cinco líneas de explicación intrascendente y desaparecer por completo.
Lamentablemente, Five NIghts at Freddy’s 2 los vuelve tan irrelevantes para el público que aquellos que no son fans clavados del videojuego, no son capaces de meterse en el universo de terro infantil que propone Tammi y compañía, creando una complaciente secuela que, aunque es ligeramente mejor en la manufactura de los animatrónicos o en el diseño de producción, se pierde en un ejercicio muy poco exigente que conecta muy bien con un nicho pero olvida al resto.
Ni siquiera el regreso de los compositores conocidos como los Newton Brothers son capaces de darle cierto empuje a un relato que no avanza y que funciona como el mismo videojuego, saltando de mal chiste a secuencia de susto facilón sin crear una verdadera atmósfera u ofrecer algo que no se sienta como una calca hueca de un universo que, a pesar de su apego al producto del que viene, termina por ser hueco, vacío y poco propositivo. Sí, hay una ligera mejora en la producción pero ni eso basta para crear una secuencia destacada o un momento realmente memorable o impactante.
Haciendo honor al videojuego en el que se inspira, Five Nights at Freddy’s 2 sigue siendo incongruente y sin sentido, logrando un producto lleno de fallas como el que le da origen y al que solamente los fans le hacen caso y rinden pleitesía. Si bien eso puede resultar ventajoso para algunos, el problema es que la cinta es aburrida para todos aquellos que no forman parte del grupo selecto para el que este gran juguete ha sido pensado. Blumhouse apostó todas las canicas a esta adaptación que, además, tendrá una tercera entrega al regalar dos escenas pos créditos pero que solamente da migajas complacientes de lo que quieren ver sus seguidores y a la que, tristemente, parece no se le va a acabar la cuerda pronto.
